Clarke CON800 User Manual Page 134

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de pinceladas autorales en la obra de Kathryn Bigelow estas no vendrán señaladas por su condición
de mujer cineasta, sino por la fuerza que otorga a los gestos como elementos determinantes de su
puesta en escena o por la vitalidad con que resuelve determinadas escenas de acción con una cáma-
ra incisiva y directa. Un trabajo de puesta en escena que se encuentra mucho más cerca de la manera
de filmar de un director clásico como Sam Fuller que de una cineasta clásica como Dorothy Azner.
En 1999, la cineasta Claire Denis rodó en el golfo de Djibouti una película sobre la legión extranje-
ra. El punto de partida de Beau travail no era otro que el de intentar mostrar el mundo más lejano
al universo femenino. Toda la acción de la película transcurría en la legión extranjera, un universo
marcado por la exaltación de la virilidad masculina, por la exhibición de los cuerpos musculosos y
sobre las tensiones homo-eróticas dentro de un regimiento. El punto de partida de la película fue el
relato de Herman Melville, Billy Budd, centrado en torno a otro universo sin mujeres, que ha acaba-
do inspirando una maravillosa ópera de Benjamin Britten, exclusivamente para coro masculino. Al
preguntarle a Claire Denis el porqué de su interés como mujer y cineasta por ese mundo tan viril, la
cineasta afirque el gran tema de su cine no era otro que la cuestión de la extranjería. La visión
del otro y el estudio de sus comportamientos. Filmar un mundo de hombres absolutamente cerrado
era un modo de centrarse en la alteridad, de contemplar los cuerpos varoniles.
En el festival de Cannes del 2000, Agnès Varda, una de las figuras emblemáticas del cine europeo y
una de las mujeres cineastas con una trayectoria más larga y coherente, volvió a ser actualidad gra-
cias a un fascinante documental rodado, casi sin equipo técnico, con la ayuda de una cámara digital
doméstica. El documental titulado Los espigadores y la espigadora (Les glaneurs et la glaneuse, 2000)
constituye una reflexión sobre la gente que vive o sobrevive en los márgenes de la sociedad, que se
alimenta de lo que descartan los otros. A lo largo de una hora y media, Agnès Varda nos muestra
gente que recoge lo que no se ha recogido en los campos o que espiga entre los restos de comida
que quedan por el suelo en los mercados. Agnès Varda disecciona una determinada sociedad de
consumo edificada a partir del exceso en la propia abundancia y establece un curioso puente con las
historias de mujeres que caminan por caminos de incertidumbre en algunas de sus anteriores obras
de ficción. En los años 60, Varda ya nos describió en Cleo de 5 à 7 (1961) un hermoso retrato de una
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